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OPINIÓN: SANTIAGO AGUILAR BAÑÓN; La reciente aparición de pinturas rupestres en La Cueva Santa.

19 Jun 2013

El pasado mes de marzo un equipo de arqueólogos de la Universidad de Alicante, dirigidos por Mauro Hernández Pérez, identificaron y catalogaron diversas pinturas rupestres en la “Cueva Santa”, otorgándoles una antigüedad en torno a los 7.000 años.

   Mauro  Severo Hernández Pérez es catedrático del Departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua, Filología Griega y Latina de la “Universitat d´Álacant”. Conoce específicamente nuestro término por ser director del yacimiento del “Cabezo redondo” en Villena, además de haber estudiado distintos depósitos de materiales y restos antiguos en Caudete. Una de sus especialidades es el grafismo y simbolismo en la prehistoria.

   No hay nadie en Caudete que desconozca las diversas leyendas y fábulas que siempre se han narrado sobre la “cueva Santa”, auténtico referente local como paraje mítico en el paisaje atávico de nuestro pueblo. Las referencias a este lugar son constantes desde los primeros estudios de nuestra historia. Ha sido investigado, como yacimiento arqueológico, por Samuel de los Santos, Rubí Sanz Gamo, Antonio Marco o Mari Luz Pérez, entre otros. El Museo Arqueológico Provincial de Albacete expone alguna pieza de cerámica neolítica hallada en nuestra cueva, y muchos conocemos testimonios que aseguran haber visto como se hallaban otras piezas cerámicas que pasaron a colecciones privadas, y restos humanos que fueron enterrados en una ubicación conocida de la población antes de ser estudiados. Mari Luz Pérez documentó restos ibéricos en ella. La “cueva Santa” era, sin lugar a dudas, un yacimiento prehistórico de  valor incalculable antes de su explotación como cantera en la década de los setenta, explotación que la convirtió en un enorme depósito de escombros de granito, lo que convierte esto seguramente en  el mayor atentado medioambiental y patrimonial acaecido en nuestro territorio.

   A mediados del año pasado, José Sánchez garcía, donante de gran parte de la colección de restos materiales arqueológicos exhibidos en el Centro de Interpretación del Patrimonio Cultural municipal, pasó una tarde recorriendo diversas galerías de las que quedan en la cueva junto a algunos amigos, fotografiando profusamente la jornada. Más tarde, ya en su casa, mirando detenidamente las imágenes, se dio cuenta de “algo” que antes no había podido distinguir, un dibujo en una pared que podía ser muy antiguo. Hay que destacar que la mayoría de las personas no estamos capacitados para distinguir una pintura antigua o prehistórica de una mancha común o un vulgar graffiti. José Sánchez posee conocimientos de arqueología y colaboró, hace ya años, en, al menos, una campaña en un conocido yacimiento de Castellón.

   José llevó a ver la pintura a su cuñado, Florencio López, aficionado al mundo antiguo y estudiante de Historia. También avisó a Pablo Martínez, miembro del centro excursionista, que tanto ha aportado desde su fundación al mantenimiento del entorno medioambiental y patrimonial caudetano, y espeleólogo experimentado, entre otras aficiones. Pablo Martínez me llevó a visitar el sitio, imponiéndose su ilusión sobre mi  escepticismo. La constatación de que tanto forma como color podía corresponder a una pintura prehistórica relacionada cronológicamente con la cerámica neolítica encontrada en el mismo lugar nos llevó a ponernos en contacto con el Museo de Albacete. Referimos el hallazgo a Blanca Gamo, adjuntando fotografías de buena calidad  realizadas por Gaspar Conejero, otro entusiasta del patrimonio cultural caudetano, gran conocedor de nuestro entorno. La técnico del museo provincial comprobó y estimó que las imágenes se correspondían con pinturas rupestres y se aseguró de que no estuvieran ya catalogadas. Dos días después nos llamó para referirnos que las había mandado a Mauro Hernández de la Universidad alicantina, como reconocido especialista en el tema, quien había manifestado su interés por visitar el yacimiento para estudiar los restos. Gamo nos explicó la excelente relación de colaboración que existe entre estas instituciones a pesar de su pertenencia a distintas Comunidades, primando la idoneidad ante la  territorialidad. Puestos en contacto con el especialista concretamos fecha para la visita, jornada que disfrutamos todos aquellos que habíamos participado en la localización e identificación junto a tan reputado especialista.

   Como técnicos estaban Mauro, acompañado de dos colaboradores de la Universidad de Alicante, y Mari Luz Pérez, arqueóloga del Museo de Villena. Pasamos varias horas en las galerías. Realizaron diversas pruebas a las pinturas y efectuaron cientos de fotografías. Recibimos del catedrático una auténtica “clase magistral” no solo de arqueología, sino también acerca de su aplicación al presente y de las formas de hacer compatible la conservación de los restos materiales antiguos con las necesidades económicas y sociales del presente.

   En cuanto a las pinturas en sí, nos informaron de su difícil adscripción cronológica, aunque establecieron esta en trono a los 5000-7000 años de antigüedad. Pertenecerían a el Neolítico en la Península, periodo en que surgen la agricultura y ganadería, y en el que la población se sedentariza. En este periodo la pintura parietal alcanza grados muy altos de esquematización y abstracción. En contraste con las formas anteriores en las que los “artistas” buscan representar una determinada realidad consiguiendo la mayor fidelidad posible, ahora pretenden transmitir un “mensaje”, ya sea de dominio territorial, de pertenencia a una comunidad o muy posiblemente de carácter religioso y ritual, a través de imágenes simbólicas con significados estandarizados. Las figuras de la cueva Santa presentan formas antropomorfas (apariencia humana), están realizadas en color rojo, elaborado con pigmentos naturales de origen mineral, y se identifica como en forma de “X” o doble “Y”, formato ampliamente extendido en el arte esquemático levantino.

   Pero, además de su análisis formal como resto material del pasado ¿Qué pueden aportar estas pinturas a Caudete?

      “El patrimonio arqueológico es una prueba evidente de la existencia de vínculos con el pasado. Alimenta siempre en el ser humano una satisfacción reconfortante de continuidad en el tiempo y de identificación con una determinada tradición”. Josep Ballart.                                                                                              

   Y esos vínculos con el pasado nos identifican como comunidad.

   Mauro Hernández se puso en contacto con las instituciones competentes para dar cuenta de la existencia de estas pinturas y estudiar la opción de proteger su entorno como “bien de interés cultural”. La zona en la que se halla la cueva, como todos sabemos, es de interés para empresas de extracción de piedra. Además de la cantera que está acabando con el “cabezo del Rosario”, y que, entre otras pérdidas irreemplazables va a hacer desaparecer un yacimiento con restos de distintas épocas, podemos ver como se están realizando”catas” para determinar el posible interés en explotar zonas cercanas. Puede verse aquí un posible conflicto entre el desarrollo económico y la necesidad de proteger nuestro patrimonio medioambiental y cultural. Necesitaríamos mucho tiempo para dilucidar este tema, empezando por valorar cual es realmente la rentabilidad, tanto en metálico como en puestos de trabajo que produce una cantera en nuestro término, y cual es el perjuicio que produce en nuestro entorno y el de nuestros descendientes, como ya sabemos, incorregible. Además, existen fórmulas que concilian los diversos intereses, puestas en marcha en otros lugares y con resultados muy positivos.

   Además, el catedrático realizó un informe sobre las pinturas que remitió al museo de Albacete. Esta institución mandó copia al Ayuntamiento caudetano. Dicho informe debe dormir el sueño de los justos en algún cajón municipal, pues, a pesar de haber solicitado en diferentes ocasiones y a distintos responsables la posibilidad de leerlo, hemos renunciado a ello.

   Varios de los que participamos en estos hechos nos reunimos con el Alcalde para mostrar nuestro interés en la protección y en la divulgación de este hallazgo. Asimismo mostramos nuestra inquietud por la seguridad del yacimiento, recibiendo halagos, intenciones y palabras, muchas palabras.

   Las palabras, huecas como los centenarios olmos de la cruz, fueron barridas por los primeros vientos de esta primavera tan extraña. Las pinturas siguen en la galería de la cueva... ¿hasta cuando?

Santiago Aguilar Bañón

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