El PP ha utilizado la crisis como excusa para acabar con uno de los pilares del Estado de Bienestar construido en la democracia: la educación pública universal. Los recortes en esta materia se han aplicado en todos los niveles y la educación para adultos (EPA) es un buen ejemplo.
En Caudete, hasta junio de 2011, además de los tres profesores fijos, La EPA llegó a contar con otros 5 profesores más, gracias a los interinos que entonces destinaba la Consejería de Educación de la Junta de Castilla-La Mancha y a los convenios de la EPA con el Ayuntamiento, gobernado por el PSOE. Estos profesores, aunque no trabajaban a jornada completa, hacían posible una mejor atención al alumnado y se podía abarcar un mayor número de enseñanzas. Hasta ese momento, en la E.P.A. de Caudete se impartían los cuatro módulos de la E.S.O. para acceder al Graduado, cuatro módulos de inglés entre los que estaban los dos cursos de nivel básico de la Escuela Oficial de Idiomas (E.O.I) y clases de preparación para los exámenes de nivel intermedio. Había clases de informática con distintos niveles, de alfabetización para adultos y de español para extranjeros. Más de 500 alumnos pasaban cada curso por la EPA de Caudete, convirtiéndola en una de las Escuelas para Adultos de referencia en la provincia de Albacete.
Tras los recortes del PP, la EPA se ha quedado con solo los cuatro módulos de la E.S.O. para conseguir el Graduado en E.S.O. y los dos cursos de nivel básico de inglés de la E.O.I. Únicamente tres profesores tiene la responsabilidad de enseñar a más de 200 alumnos. Esta situación de deterioro se suma a la reducción del profesorado en Educación Primaria y Secundaria, con la no cobertura de bajas y el aumento del número de alumnos por aula, lo que provoca una peligrosa desatención del alumnado en etapas clave de su formación. No podemos esperar que con más de 30 alumnos por clase, la atención a quienes más lo necesitan sea la adecuada y las consecuencias en el nivel de aprendizaje de nuestros estudiantes están siendo claramente negativas.
El desinterés del Equipo de gobierno del PP por la educación es palpable. Otro ejemplo es que ante la imposibilidad lógica, por motivos laborales, de que la concejala de Educación asista a las reuniones del Consejo Escolar, el PP no se haya preocupado de nombrar otro representante en ese Consejo y actualmente nadie del Equipo de Gobierno acuda a las mismas. Estamos viendo también que José Miguel Mollá ha decidido que las AMPAS no reciban ningún tipo de ayuda económica y se ha negado en rotundo a que se abra el comedor escolar con la única explicación de que con su “dinero (refiriéndose al del Ayuntamiento) no se le da de comer a nadie”, lo que supone una burda manipulación de la realidad de un comedor escolar. Además se ha atrevido a comparar a los estudiantes y profesores que han salido a la calle a defender la educación pública con aquellos que hacen pintadas nazis. Pocos insultos peores puede hacer un alcalde a los ciudadanos a los que se supone que representa.
La batalla contra la educación pública que ha iniciado el PP está perfectamente ideada. La inversión en capital humano, en formar ciudadanos con espíritu crítico, con imaginación y creatividad, con sólidos conocimientos científicos y humanistas, de idiomas, es la mejor apuesta para que un país tenga un futuro próspero, un futuro de prosperidad compartida. Una educación de calidad para todos es la mejor herramienta para que las generaciones más jóvenes pero también las que no lo son tanto puedan abrirse más puertas y labrarse una vida mejor.
Es fácilmente comprensible que las élites de la derecha política y económica intenten acabar con un elemento que es clave para garantizar la igualdad de oportunidades. Siempre han peleado por la conservación de las ventajas que les da su posición económica. Como decía hace poco la diputada socialista en el Congreso, Patricia Hernández, “tienen miedo de que el hijo de un fontanero, de un agricultor o un maestro puedan competir en igualdad de condiciones con uno de sus hijos y les gane, otra vez”.
A nadie debería sorprender esta guerra de Rajoy, Wert y Cospedal contra la educación pública, lo que no significa que no nos deba indignar y rebelar. Lo verdaderamente difícil de entender es que alcaldes como Mollá, Equipos de Gobierno como el de Caudete defiendan de forma furibunda sus mismos argumentos. Como si algunos de esos concejales no se hubieran beneficiado de esa educación pública, como si el futuro de sus hijos no fuera a estar marcado por la educación que reciban, como si no fueran a necesitar una beca alguna vez. No entienden que sus vidas y las de sus hijos están mucho más ligadas a las de esos estudiantes, maestros, ciudadanos a los que insultan e intentan engañar, que a Rajoy, Wert y Cospedal, que viven claramente en otra realidad. La mejor explicación la dio, como tantas otras veces, Albert Einstein: “la mente es como un paracaídas, solo funciona cuando está abierta”.
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