Nos han venido mal dadas. Casi siempre.
Es lo que tienen las familias, que aunque no las elijas, son para siempre.
Hace ya muchos años que me embarqué en esta aventura, primero de jugador, más tarde (y vistas mis potenciales facultades) como delegado/cronista. Hoy escribo estas líneas despidiéndome de aquellos que han hecho posible tanto, y tan bueno.
Comenzó el partido pronto, demasiado pronto, alrededor de una semana antes. El equipo venía de caer estrepitosamente y complicarse la vida ante el Cervantes CF en Argamasilla de Alba. Ayer era “sí o no”, como bien dijo el míster, Pedro, en su sencilla y escueta charla pre-partido. Quizá por eso, porque fue sencilla. Quizá no. Quién sabe.
Tocaba cerrarle la puerta en las narices a aquellos que no creyeron desde el primer día. Tocaba quitarse de encima un peso que hacía ya mella en las columnas de jugadores y técnicos. Un peso que inconscientemente les hacía encorvarse y agachar la cabeza ante cualquier crítica. No era una cuestión de orgullo…o sí.
Emotivas palabras del capitán antes del partido. Más emotivos silencios al final, rotos únicamente por aplausos y vítores. Esto sólo lo da el fútbol y la familia. Aquí tenemos las dos cosas.
¿El partido?
Gol tempranero de Bellota. Bueno, gol…Sólo alguien con maestría en las botas pone ese balón en la escuadra después de dejar atrás dos defensas.
Bajada de ritmo en la segunda mitad y penalti fruto de los nervios. Nos empatan. Pero quizá por eso sabíamos que el partido se ganaba. No podía acabar así. El alma del centro de la defensa no merecía sentirse culpable por nada.
El tiempo se acababa. Los nervios a flor de piel. La grada enmudecía cada vez que el Tobarra pisaba área. Pero sabíamos que llegaría.
Se hizo de rogar. Estos goles suelen marcarse más con el corazón que con cualquier parte del cuerpo, pero si lo hacemos, lo hacemos bien.
Saúl recibió escorado en banda derecha y puso un centro (uno más) que se fue envenenando hasta que asestó la puñalada más gratificante que el CD Caudetano ha asestado nunca. Y van dos ascensos.
Lograr la permanencia con gol en los últimos minutos del último partido…qué sensación. Los que saben lo que son dos ascensos, saben que lo de ayer supera con creces cualquier expectativa.
2-1. Decimoterceros. Salvados.
Para terminar, unas palabras que escuché en un spot que adjunto a esta crónica y creo que resume un poco lo que intento expresar: “Y entendimos que el Athletic es una cuestión de familia. Lo del fútbol, créanme, es algo secundario.”
Os nombraría uno a uno, pero no hace falta.
Gracias por todo. Hasta siempre familia.
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
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